La odontología pediátrica es la rama de la Odontología encargada de tratar a los niños, desde las enfermedades bucodentales de los primeros meses hasta que los menores finalizan su desarrollo. La finalidad de esta especialidad es evitar que los niños padezcan problemas más graves en la edad adulta.
Durante su infancia, padres o tutores, con la ayuda del dentista, son responsables de transmitir al pequeño unos correctos hábitos de higiene para asegurar un estado bucodental saludable en el futuro.
De hecho, una boca libre de caries en la infancia está directamente relacionada con una boca sana en la edad adulta. Y, si existe una infección en los dientes de leche, los dientes permanentes -que se encuentran justo por debajo-, se pueden ver afectados.
Por eso, se recomienda llevar a los pequeños al odontopediatra en su primer cumpleaños e ir al dentista para que enseñe a los adultos las herramientas para que sus hijos nunca padezcan de caries. Es decir, los consejos y el asesoramiento temprano del odontopediatra ayudan a que un pequeño nunca sufra de un dolor de muelas o pase por una anestesia dental.
En cuanto salgan los dientes de leche. A partir de ese momento, ya se aconseja realizar la limpieza de boca de los niños con cepillos especiales para lactantes o un dedal suave. Una vez cumplan el primer año de edad, se puede utilizar un cepillo dental infantil de cerdas suaves y realizar el cepillado al menos 2 veces al día.
Finalmente, a partir de la erupción de sus muelas, que suele ser sobre los 18-24 meses del bebé, es recomendable pasar un hilo dental entre las zonas de contacto, cada noche.
La caries de la primera infancia (CPI) está estrechamente asociada con un consumo frecuente de carbohidratos fermentables, por lo que cualquier tipo de azúcar consumido con frecuencia puede ocasionar caries dental.
Por ello, la Sociedad Española de Odontopediatria aconseja evitar toda fuente de azúcares refinados durante los primeros dos años, que es cuando el niño es más susceptible de establecer un proceso virulento de caries dental.
En este sentido, es importante que los padres eviten azúcares ocultos, presentes en la leche chocolatada, las galletas y la bollería, zumos industriales, pan de molde o pan blando, patatas fritas embolsadas, refrescos con azúcar, etc.
Cuando un niño se introduce la tetina de un chupete en la boca y lleva a cabo lo que los expertos denomina succión no nutritiva, cuyo propósito no es ingerir alimento alguno, los dientes centrales inferiores se desvían paulatinamente hacia dentro, mientras que los que se encuentran en el mismo plano, pero en el maxilar superior, tienden a separarse.
Según la Sociedad Española de Odontopediatria, los hábitos de succión no nutritiva se han relacionado con deformidades de la boca. Estos problemas muchas veces se resuelven solos al suspender el uso del chupete.
Sin embargo, su empleo después de los 3 años de edad puede ocasionar deformidades más permanentes que requieran de la intervención de un odontopediatra.
El uso prolongado del chupete también se ha relacionado con la aparición de caries dentales, debido a la permanencia en el chupete de restos de alimentos.
El cuidado de la boca del niño es responsabilidad de los padres o cuidadores, por lo menos hasta que adquiera la habilidad motora suficiente para hacerlo solo. Generalmente, esta situación llega sobre los 7–10 años. A partir de este momento y hasta la adolescencia, se recomienda la supervisión por un adulto en el cepillado nocturno.
La higiene oral se realiza tanto para establecer unos buenos hábitos orales como para proteger los dientes temporales. Al acostumbrar al bebé a una limpieza dental suave y a pasar el hilo dental, se creará un patrón de cuidados bucales que lo acompañarán durante el resto de su vida.
Además, la Sociedad Española de Odontopediatria recuerda que:
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