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¿Qué estoy pagando realmente con mi seguro de salud?

Las primas de los seguros de salud suelen subir periódicamente y muchos asegurados se hacen la misma pregunta: ¿pago demasiado? La respuesta no es tan sencilla como mirar sólo el recibo mensual.

En el sector privado de salud, una visita con un especialista suele situarse en torno a los 70-150 euros, según especialidad y centro. Una resonancia magnética puede ir de 150 a 250 euros. Un pase por urgencias con exploración y pruebas sencillas supera fácilmente los 150 euros. Y un ingreso de pocos días con una cirugía “habitual” –una apendicitis, una fractura con intervención– puede subirse a los 2.000-4.000 euros.

Nada de esto son casos excepcionales: son situaciones relativamente frecuentes a lo largo de la vida. Sin embargo, muchas pólizas de salud se mueven en franjas de 50, 60 u 80 euros al mes. Dicho de otra forma: el coste de una sola prueba compleja o de una noche de hospital puede equivaler a varios meses, incluso a un año, de prima.

¿Qué hay detrás de la prima?

Los seguros de salud, en realidad, son un mecanismo de protección financiera. Con la prima, el asegurado se garantiza el acceso a una infraestructura sanitaria completa: hospitales, clínicas, cuadros de especialistas, tecnología diagnóstica y circuitos de urgencias que deben estar disponibles aunque no se utilicen cada día.

Esto incluye quirófanos, UCI, salas de partos, equipos de diagnóstico por la imagen y, sobre todo, profesionales: médicos, enfermería, técnicos, personal de soporte. Todo ello tiene un coste fijo muy elevado que es necesario financiar de forma constante. El seguro lo reparte entre miles de asegurados, por lo que muchos pagan una cantidad moderada para evitar que unos pocos tengan que asumir facturas de miles de euros cuando enferman.

Evitar listas de espera

Si el precio cuenta una parte de la historia, el tiempo explica la otra. Datos recientes del Departament de Salut, apuntan que el tiempo medio de espera para una primera visita con el especialista en Catalunya se sitúa en torno a los 118 días, casi cuatro meses, con especialidades como urología que pueden llegar a los cinco meses y traumatología a los seis.

En pruebas diagnósticas, la situación mejora ligeramente pero sigue siendo exigente: la espera media se sitúa en torno a los 82 días para ecografías, resonancias y otras exploraciones, según los mismos datos. Esto significa que, en muchos casos, el circuito completo —primera visita, prueba y revisión— puede alargarse fácilmente más allá de medio año.

La sanidad pública prioriza, con criterios clínicos, los casos más graves y urgentes. Pero para patologías que no ponen en riesgo inmediato la vida del paciente, la demora es a menudo muy larga. Aquí es donde los seguros privados entramos en juego: para reducir estos tiempos de espera y ofrecer diagnósticos y decisiones clínicas en semanas, no en meses.

Lletres sobre una llibreta que posa Assegurança mèdica en anglès

Cuando un seguro sale a cuenta

Con un seguro de salud, el asegurado no sólo tiene cubiertas las visitas, pruebas y posibles ingresos hospitalarios, sino también un conjunto de servicios que le apoyan antes, durante y después de la enfermedad.

Pongamos números. Imaginemos a una persona que paga 70 € al mes por su seguro, es decir, 840 € al año. A lo largo de un año puede llegar a utilizar:

  • 3 visitas a especialistas (por ejemplo, 3 × 95 € ≈ 285 € si las pagara del bolsillo)
  • 1 resonancia magnética (≈ 200 €)
  • 1 pase por urgencias con exploración y pruebas básicas (≈ 150 €)

Sólo con esto, la factura real podría situarse fácilmente por encima de los 635€. Si, además, en algún momento necesita una pequeña cirugía con un par de días de ingreso, el coste puede escalar hasta 2.000–3.000 € o más.

A esta parte más “visible” hay que añadir los servicios que Atlàntida pone a disposición de los asegurados sin que cada uso implique una nueva factura: telemedicina, médico y pediatra a domicilio, asistencia en viaje nacional e internacional, atención domiciliaria post ingreso, teleasistencia, valoración de riesgos en el domicilio, acceso a residencias para personas mayores, espacio virtual de bienestar Biwel, Club Atlàntida, etc. Todo esto suma valor a la prima: no se paga sólo por cuando «nos ponemos enfermos», sino por disponer de un acompañamiento continuado.

En los seguros de salud privados, la lógica es precisamente ésta: la cuota mensual ayuda a transformar gastos que, puntualmente, podrían ascender a miles de euros, en un gasto previsible y gestionable a lo largo del año. En el caso de Atlàntida, este efecto se amplifica con todos los servicios adicionales que incluyen muchas de las pólizas, pensados ​​para ofrecer mayor tranquilidad, más apoyo y más bienestar en todos los momentos de la vida.

La protección privada estratégica

Llegados a este punto, quizás la pregunta ya no es sólo «¿por qué pago tanto al mes?», sino otra más útil: «¿cuánta tranquilidad me da saber que, si me pasa algo, no tendré que preocuparme por la factura?».

Entre una factura invisible que asume el sistema público y una factura muy visible cuando debe pagarse todo del bolsillo, los seguros de salud de Atlàntida ofrecen un punto de equilibrio: transformar, mediante cuotas periódicas, el coste real de una medicina cada vez más avanzada —y también más cara— en un gasto más previsible y asumible para las familias.

Además, en Atlàntida ofrecemos un amplio abanico de seguros de salud, pensados ​​según las necesidades y posibilidades de cada persona o familia, con o sin copago, con coberturas médicas más básicas o totales.

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