Cuando rompemos bruscamente con el ritmo vacacional y nos reincorporamos al trabajo o a la rutina sin llevar a cabo un período de transición, puede aparecer lo que se denomina síndrome posvacacional.
Se trata de un malestar generalizado que a menudo no atribuimos a ninguna enfermedad concreta y que repercute negativamente sobre nuestra calidad de vida. Está caracterizado por episodios de alto estrés emocional que pueden pasar factura a nuestro estado físico y psicológico.
Y es que volver de repente a los madrugones, a los atascos, a los hábitos alimenticios adaptados a las obligaciones de la jornada o a las prisas puede generar ansiedad, decaimiento, irritabilidad, insomnio y dolores musculares, entre muchas otras dolencias.
El optimismo y la positividad son esenciales
Es fundamental no dar una importancia excesiva a los efectos de este síndrome para no generar una preocupación desmesurada que agrave la ansiedad y el estrés. Para ello, hay que intentar adoptar una actitud tranquila y relajada al pensar en el trabajo y en las obligaciones diarias, y valorar los puntos positivos del regreso a la rutina.
Es recomendable comentar las inquietudes que nos acechan durante esos días con los compañeros y con la familia, para que sepan lo que nos ocurre realmente si nos notan más irritables, decaídos o nerviosos de lo habitual.
Además, si buscamos algo de tiempo para dedicarlo a nosotros mismos e intentamos seguir algunas pautas de relajación, conseguiremos aliviar el malestar.
Los cambios serán menos traumáticos si planificamos los primeros días de trabajo e incluimos actividades agradables en nuestra agenda que ayuden a motivarnos, como salir a tomar algo con los amigos al finalizar la jornada laboral, ir al cine, pasear por la playa…
Del mismo modo, es muy positivo empezar la jornada con un buen desayuno y llevar una dieta sana y equilibrada durante el día, reduciendo la ingesta de alimentos refinados (azúcares y harinas) o con altos contenidos de grasa. Debemos recordar que los estimulantes como el té, el café, el alcohol o el tabaco, aunque provocan una sensación de bienestar momentánea, pueden generar desgaste de nuestro sistema nervioso a largo plazo, por lo que reduciremos su consumo.
¿Cuáles son los síntomas del síndrome posvacacional?
Malestar generalizado, cansancio, fatiga, falta de apetito, somnolencia, dolores musculares, molestias en el estómago, taquicardia, sensación de falta de aire o insomnio son algunos de los síntomas físicos que podemos tener si sufrimos síndrome posvacacional.
Entre los problemas psicológicos asociados a esta afección, se encuentran el nerviosismo, la falta de interés y de concentración, la inquietud, el bloqueo mental, la irritabilidad y la tristeza, entre otros.
¿Qué hacer para combatir el síndrome posvacacional?
Para lograr minimizar el riesgo de padecer el síndrome posvacacional, se pueden llevar a cabo algunas de las sencillas medidas que se detallan a continuación:
- Intentar evitar regresar de las vacaciones justo el día anterior a la vuelta al trabajo. Es recomendable volver un par de días antes para prepararnos física y mentalmente y, así, reprender de la mejor manera posible la rutina.
- Al llegar al trabajo, no empezaremos la actividad de modo brusco e intenso. Es realmente beneficioso permitirse un tiempo para compartir las experiencias vacacionales con los compañeros y así crear un buen ambiente laboral desde el inicio. Si tenemos reuniones, procuraremos que sean relajadas y que tan solo sirvan para definir y detallar los objetivos del período que da comienzo.
- Paulatinamente, iremos adaptando nuestro biorritmo a los horarios derivados de la jornada, por ejemplo, yendo a dormir a una hora prudencial para cumplir con las horas de sueño necesarias y evitar sentirnos decaídos durante el día.
- Además, reduciremos progresivamente el tiempo de descanso al mediodía, así como la actividad nocturna, con acciones que nos relajen y nos permitan dormirnos con mayor rapidez. Si durante las vacaciones te has acostumbrado a acostarte tarde, intenta practicar algún deporte durante el día para llegar a la cama más cansado. Leer, escuchar música o disfrutar de un baño relajante pueden ayudarte a relajar el cuerpo y la mente antes de ir a dormir.
- Asimismo, intentaremos comer a las horas pertinentes y, si nuestras obligaciones lo permiten, nos reincorporaremos al trabajo poco a poco.
- Intentaremos no llevarnos trabajo a casa y dejar en la empresa o la oficina todo lo concerniente al trabajo.
- También deberíamos plantearnos los problemas laborales que nos encontremos en nuestro regreso al trabajo de forma más simple y esencial, para así poder encontrar las mejores soluciones.
Recuerda que la vuelta al trabajo y a la rutina, después de las vacaciones, puede resultar menos traumática si la realizas de forma progresiva, si equilibras tu dieta y si afrontas el cambio con positividad. Si, aun así, te sientes incapaz de afrontar el regreso a la normalidad o ves que tus síntomas se agravan o no desaparecen a los pocos días, deberías consultar tu situación con un médico para descartar la existencia de alguna patología.
Quique Gómez
Psicólogo Centre Mèdic Atlàntida