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Cuáles son los factores de riesgo a la hora de sufrir un ictus

Ictus: aprende a reconocer sus síntomas

Una de cada seis personas tendrá un ictus a lo largo de su vida. Se trata de una interrupción súbita del flujo sanguíneo a una parte del cerebro, provocando que las células afectadas no reciban oxígeno y mueran. Es decir, el ictus es una urgencia médica que requiere una intervención diagnóstica y terapéutica inmediata. Por eso se establece un Código Ictus cuando el servicio de emergencias detecta este diagnóstico.

Cada seis minutos, una persona en España sufre un ictus. El término define la interrupción del flujo sanguíneo que llega al cerebro debido a que un vaso se ha roto o está taponado.

Si esto ocurre, la sangre no llega correctamente al cerebro y, por lo tanto, las células nerviosas afectadas no reciben oxígeno y mueren. La parte del cerebro que queda afectada puede dañarse de forma transitoria o permanente.

Tipos de ictus

En función del mecanismo de la lesión cerebral, se establecen dos tipos diferentes de accidente cerebrovascular:

  1. Ictus isquémico o infarto cerebral, que se da debido a una obstrucción del flujo sanguíneo. Aproximadamente, el 75% de todos los ictus son de este tipo y sus consecuencias en el cerebro suelen ser muy complejas y los síntomas producidos muy incapacitantes.

  1. Ictus hemorrágico o hemorragia cerebral, que es causa de la rotura de un vaso que provoca la salida de sangre.

Cómo abordar el tratamiento

Actualmente, el ictus, también llamado coloquialmente derrame cerebral o embolia, es la principal causa de discapacidad física en las personas adultas y la segunda causa de deterioro cognitivo. En el mundo, el ictus es la segunda causa más frecuente de muerte y, en España, es la primera causa de mortalidad entre las mujeres.

Para abordarlo:

  • Identificar qué ha causado el ictus resulta indispensable para determinar el mejor tratamiento para recuperar el flujo sanguíneo o un plan terapéutico para evitar que vuelva a producirse, en función de qué lo haya causado.

  • Además, en esta enfermedad es vital responder de forma rápida. Durante las primeras horas el tiempo es crucial. De media, cada minuto que pasa mueren dos millones de neuronas. La llegada del paciente a un centro hospitalario en las primeras seis horas desde el comienzo del ictus resulta fundamental para reducir las complicaciones un 25-30%.

 

Síntomas de un ictus

Se estima que un 30% de los pacientes pueden tener síntomas previos, de aviso, llamados ataques isquémicos transitorios. Es importante su identificación, ya que pueden evitar un infarto cerebral posterior.

Los principales signos que alertan de este tipo de accidente cerebrovascular son:

  • Pérdida súbita de sensibilidad o fuerza en un lado del cuerpo

  • Parálisis facial

  • Dificultad o imposibilidad para caminar

  • Dificultad en el habla o el entendimiento

  • Alteraciones visuales como visión doble o pérdida de visión en un ojo

  • Dolor de cabeza intenso y de aparición repentina, en algunos casos

  • Pérdida repentina de la memoria

¿Cuáles son los factores de riesgo a la hora de sufrir un ictus?

Sin duda, el factor más determinante a la hora de sufrir este tipo de accidente cerebrovascular es la edad. En torno al 75% de los casos se producen en personas de más de 65 años, aunque cada vez más afecta a jóvenes, debido a sus hábitos de vida (entre el 15 y el 20% son menores de 45 años). 

Y es que, además de los años, hay ciertos hábitos y factores que aumentan la probabilidad de sufrir esta enfermedad neurológica.

  • Edad

  • Hipertensión

  • Sedentarismo

  • Trastornos del ritmo cardíaco

  • Obesidad

  • Diabetes

  • Colesterol

  • Consumo de drogas

  • Consumo de alcohol

  • Consumo de tabaco

  • Antecedentes familiares

¿Qué pasa después del ictus?

Muchos pacientes, después de sufrir un ictus, deben aprender a convivir con secuelas y complicaciones físicas o cognitivas. Tras este accidente cardiovascular hay que trabajar para fortalecer la musculatura y entrenar el equilibrio, haciendo tratamientos específicos de rehabilitación, dado que los pacientes que han padecido un ictus tienen un riesgo de caída superior. Además, si existen trastornos con el lenguaje como alteraciones en el habla o incapacidad para pronunciar palabras, se debe trabajar con el logopeda. Menos habituales son los casos de dificultad para tragar (disfagia), pero si existen se tendrá que modificar la dieta y utilizar técnicas de alimentación seguras. 

A pesar de la rehabilitación, no siempre es posible una recuperación completa. Por eso, en algunos casos puede quedar una discapacidad secundaria que afecta al movimiento, la coordinación o el control.

Dr. Carles Rabassa
Centre Mèdic Atlàntida 

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