El masaje infantil es una de las mejores actividades sensoriales que se pueden ofrecer a los niños y niñas, y en especial a los bebés. Aunque se crea que sirven solo para problemas con las digestiones y la relajación, los masajes abarcan mucho más.
El tacto es el primer sentido que se desarrolla ya en la vida intrauterina, y permite al bebé sentir las caricias del vientre materno antes de nacer. Una vez que nace, el contacto piel con piel entre el bebé y su madre es la base de una estimulación sensorial muy beneficiosa para ambos.
Aunque en los últimos años se habla mucho de los masajes infantiles, acariciar un bebé es algo natural, ya que los niños necesitan ser acariciados y cuidados.
Dar masajes tiene un peso muy importante en el desarrollo físico y emocional de los niños. Además, alivia diferentes patologías, como los cólicos, la tensión muscular, los calambres, el estreñimiento y las molestias de la dentición.
Beneficios del masaje infantil
El masaje infantil es una técnica muy antigua, y con sus movimientos suaves estimula los sentidos del bebé o del niño y, a su vez, los alimenta afectivamente. A través de los movimientos y el tacto, la mirada y el entorno tranquilo, se establecen entre adultos y niños relaciones afectivas no verbales que aportan seguridad y confianza entre ambos.
Para los más pequeños, el masaje infantil tiene grandes beneficios, como:
- El alivio
- La relajación
- La estimulación
- La conexión y el vínculo
Pero no únicamente tiene estas ventajas. En el ámbito de la salud, un masaje infantil tiene innumerables beneficios para los pequeños. En las piernas y los brazos, ayuda a tonificar los músculos; en la barriga, alivia el estreñimiento y los gases, y un masaje en el pecho o en la espalda ayuda a regular el sistema respiratorio.
Y, para los padres o adultos, el masaje infantil supone:
- Compartir tiempo de calidad
- Relajación y disminución de las hormonas del estrés
- Afianzar el vínculo con el niño
- Prevenir, en las madres, la depresión posparto
Consejos a la hora de preparar el masaje
A la hora de hacer un masaje es importante escoger el momento apropiado. Hay bebés o niños que están relajados después de la hora del baño; otros, en cambio, están más estimulados y nerviosos. Por lo tanto, hay que adecuar el masaje a ese rato en el que el bebé esté más receptivo, despierto, sin hambre ni sueño. Así todo fluirá.
Además, es aconsejable seguir estos consejos para conseguir una experiencia positiva tanto para los niños como para los adultos:
- El espacio o la habitación debe ser acogedora, preferiblemente con luz natural y una temperatura adecuada.
- Hay que crear un espacio de confianza con los pequeños, usando un tono de voz pausado. La música relajante también ayuda.
- Tener a mano los elementos que se vayan a necesitar, como aceites, toallas, etc.
- La persona adulta que vaya a hacer el masaje debe estar relajado, no tener prisa y vestir de forma cómoda. Es recomendable quitarse pulseras, anillos o relojes que puedan dañar la piel del niño.
- Conectar con el bebé. Es importante mantener siempre el contacto visual con el pequeño, hablarle en todo momento y no perder tampoco el contacto físico, aunque se cambie de mano o movimiento.
Cómo hacer un masaje
Los masajes infantiles puede realizarlos cualquier persona, aunque no tenga nociones de estas técnicas. Se trata de realizar movimientos suaves, demostrar el afecto y buscar el vínculo con el bebé o el niño.
Por ejemplo, se puede realizar el masaje de arriba abajo y del centro hacia afuera. Mientras, se aconseja ir nombrando en voz alta, pero pausada, las partes del cuerpo que se vayan tocando, como cabeza, brazos… Así, se sigue los principios del desarrollo de las leyes de Gessel.
Durante el masaje, los movimientos deben ser lentos y rítmicos. Al finalizar, es importante hacer un ritual de salida, que puede ser un beso, un abrazo, una caricia por todo el cuerpo, etc.
Dr. Carles Rabassa
Centre Mèdic Atlàntida