Diagnóstico y tratamiento del asma

La primavera es una época del año propicia para las alergias, un factor que puede ser muy perjudicial para las personas que padecen asma. Esta enfermedad respiratoria crónica es la más frecuente en la infancia y adolescencia en países industrializados. Lo habitual es que el asma aparezca durante la infancia, pero se puede desarrollar a cualquier edad.

No se saben con exactitud las causas que provocan esta enfermedad, pero los expertos la asocian a varios factores. Los episodios de alergia (a los ácaros, al polen, a los animales domésticos…) pueden ser un desencadenante sin embargo, también está el humo del tabaco, los insecticidas y pinturas, las infecciones respiratorias víricas (el principal desencadenante en niños) e incluso el ejercicio físico.

Cada vez es más evidente también la relación entre la enfermedad y los condicionantes ambientales y por eso es necesario buscar ambientes saludables para minimizar sus causas. También parece probada una predisposición genética: muchos enfermos tienen antecedentes en la familia de asma, alergias o eczemas.

Síntomas

Los síntomas más comunes del asma son:

  • Sensación de dificultad para respirar, de falta de aire o de ahogo (disnea).
  • Tos seca, sin expulsar mucosidad.
  • Sensación de tener silbidos (sibilancias) en el pecho.
  • Sensación de presión en el pecho.

Los síntomas pueden empeorar por la noche y la madrugada, pueden aparecer varias veces al día o a la semana y cambian de una persona a otra. También es habitual que los ataques de asma se alternen con períodos sin síntomas. De hecho, cuando comienza en niños pequeños, suele ser asintomática a partir de los 5-7 años, sobre todo si no existen alergias. Cuando aparece más tarde, la enfermedad suele ser más larga.

Para diagnosticarla, los médicos suelen auscultar los pulmones, utilizar pruebas de función pulmonar (espirometría) para detectar una obstrucción reversible de los bronquios, pruebas de alergia, radiografías de tórax o análisis de sangre para detectar un tipo de glóbulo blanco (eosinófilos) asociado al asma.

No se cura

El asma se produce por una inflamación de los bronquios, que los obstruye y provoca dificultades para que pase el aire. Para tratarla, los médicos suelen utilizar dos tipos de medicamentos. Por un lado, los broncodilatadores por vía inhalada, que hacen que los bronquios se abran y que se usan en períodos cortos de tiempo. Y por otro, los antiinflamatorios (como los corticoides inhalados), que se utilizan en períodos más largos, incluso cuando no se tienen síntomas.

El asma no se cura, pero con los tratamientos puede conseguirse que el enfermo pueda llevar una vida prácticamente normal, con los síntomas muy disminuidos. Por eso también es importante seguir algunas recomendaciones para la prevención: dejar el tabaco, evitar el contacto con lo que produce alergia (en caso de que se tenga la confirmación), ponerse la vacuna de la gripe anual y promover entornos saludables, tanto en casa, como en el trabajo y los espacios comunitarios. En 1998 se declaró el 4 de mayo Día Mundial del Asma.

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