Las vacaciones de semana santa o verano son, a menudo, sinónimo de viajes. Más cortos o más largos, a destinos lejanos o más domésticos, con actividades deportivas incluidas o con visitas culturales… Sea como sea, y por modestas que sean las escapadas, requieren una planificación previa para minimizar los riesgos, sobre todo si vamos a países exóticos con unas condiciones higiénicas y sanitarias distintas a las nuestras.
Lo primero que debe hacerse es informarse bien del destino escogido. No sólo porque pueda ser un país donde sean necesarias vacunas o profilaxis específicas, sino también porque puede estar inmerso en un conflicto bélico más o menos latente o en una situación de inestabilidad política. En estos casos, es recomendable ponerse en contacto con la embajada o el consulado más cercano para comunicar nuestra presencia en ese lugar y las características de nuestro viaje. De hecho, contactar con las autoridades españolas nunca está de más, por si necesitamos algún tipo de ayuda durante el trayecto.
Ropa, botiquín, agua…
Una vez bien informados de las características de nuestro destino, hay algunas precauciones a seguir tanto antes de marcharse como durante el viaje:
- Llevar la ropa adecuada al clima del país al que viajamos. La ropa y el calzado cómodos son siempre aconsejables, pero más si nuestro destino es un lugar tropical, con temperaturas y humedad siempre altas. En estos casos, es recomendable la ropa ligera y transpirable, que permita evacuar el sudor, y el calzado abierto para evitar la aparición de hongos. También nos serán muy útiles las gafas de sol, los sombreros o similares y, cómo no, la crema solar. En el caso contrario, hay que tener en cuenta que hay países del hemisferio sur donde las estaciones van al revés de las nuestras y, por tanto, allí es invierno cuando aquí es verano. Esto significa que necesitaremos llevar ropa de abrigo.
- Preparar un botiquín básico. Nos puede ser muy útil sea cual sea nuestro destino. Debería incluir material básico de cuidado -desinfectante, tiritas, gasas…- y otros elementos, como un termómetro, analgésicos y antihistamínicos. En función de la zona, también puede ser necesario llevar alguna loción antipicadas de mosquitos, sobre todo en lugares en los que proliferan enfermedades relacionadas con este insecto, como el dengue o la malaria, entre otros.
- Tener cuidado con el agua y la comida. En función de cada país, el agua corriente puede resultar una cuestión complicada. No porque esté contaminada –en el sentido estricto del término– sino porque puede incorporar algún elemento al que nuestro organismo no está acostumbrado. Esto nos puede provocar diarreas que nos estropeen el viaje o, incluso, cuadros médicos más graves. Lo mismo ocurre con la comida, sobre todo si son verduras o frutas frescas que han sido lavadas con agua corriente. Emplear siempre agua envasada -también para lavarse los dientes- suele ser la mejor idea, así como evitar la carne y el pescado crudos.
En caso de padecer alguna enfermedad crónica, es aconsejable informarle del viaje a nuestro médico, que siempre podrá afinar más en las recomendaciones.
Otra de las cosas siempre aconsejables, sobre todo si salimos al extranjero, es contratar un seguro de viaje que disponga de coberturas sanitarias. En determinados países, la asistencia médica y hospitalaria puede salir muy cara.