Si practicas ejercicio físico de forma regular es probable que, alguna vez, te hayas lesionado. Entre las lesiones deportivas más comunes destacan los esguinces o roturas fibrilares. Hoy te enseñamos cómo prevenirlas.
Las lesiones deportivas son aquellas que ocurren, en un mayor número de casos, durante la práctica deportiva o de ejercicio físico. Entre las más habituales destacan los esguinces, las torceduras o roturas fibrilares, musculares o de menisco.
Pueden darse en cualquier parte del cuerpo, como la muñeca, la rodilla, el hombro o el codo. Si las lesiones deportivas están relacionadas con los músculos o los ligamentos, suelen estar causadas por un sobreesfuerzo. En cambio, las articulaciones son más propensas a lesionarse si los músculos o los ligamentos son débiles.
Muchas de estas lesiones deportivas se pueden evitar. Gran número de los problemas aparecen al no haber calentado antes, no haber usado el equipo apropiado para ese deporte o haber realizado un sobreesfuerzo innecesario. También influyen otros aspectos, como, por ejemplo, la constitución corporal de cada persona, su edad o su estado de salud general.
Tipo de lesiones deportivas
Cada vez son más las personas que practican algún tipo de ejercicio de forma regular. Actualmente, nadie duda de las ventajas del entrenamiento de fuerza o de las sesiones cardio en los gimnasios. Practicar ejercicio es muy beneficioso, siempre y cuando se realice de forma correcta. No usar la ropa adecuada o levantar más peso del que el cuerpo resiste puede comportar problemas de salud.
Entre los tipos de lesiones deportivas más comunes destacan estos tres:
- Lesiones musculares. Están causadas por traumatismos, malos movimientos o un sobreesfuerzo muscular. Entre ellas, se encuentran los desgarros o roturas fibrilares, los calambres o los esguinces.
- Lesiones tendinosas. Están causadas por la repetición de malos movimientos. Engloban diversos tipos, como la tendinitis –una de las lesiones deportivas más habituales–, la tendinosis o la rotura de tendón.
- Lesiones articulares. Afectan a los huesos, los cartílagos, la membrana sinovial o las bursas. Las lesiones articulares óseas pueden ser fracturas, con la rotura del hueso, o luxaciones. Otras lesiones habituales son la sinovitis, es decir, una irritación de la membrana sinovial debido a un golpe, una torcedura o una mala postura; o la bursitis, la inflamación de la bursa, que puede llegar a ser crónica.
Más allá de esta clasificación, estas dolencias asociadas al deporte también se pueden dividir en otros dos tipos:
- Lesiones deportivas agudas: son las que ocurren de repente mientras se hace deporte. Por ejemplo, una fractura de huesos. Los síntomas son un dolor repentino e intenso, hinchazón o no poder mover bien una articulación.
- Lesiones deportivas crónicas: son las que se producen después de practicar un deporte durante mucho tiempo y de repetir una y otra vez los mismos movimientos. Se nota dolor cuando se está en movimiento o cuando se descansa.
Cómo evitar las lesiones deportivas
Hacer deporte es muy beneficioso para la salud, pero debe practicarse de forma segura y controlada. También debe adaptarse al estado de salud de las personas y a su edad y dejarse asesorar por expertos.
El deporte es bueno a cualquier edad y en cualquier etapa. Es muy bueno, por ejemplo, hacer deporte durante el embarazo o moverse a diario si se tiene más de 65 años. Solo es necesario adecuar la intensidad y los movimientos para evitar que esta buena práctica derive en lesiones deportivas o dolencias y molestias.
Porque sí, es beneficioso para la salud, pero también, al hacer deporte, se expone al cuerpo a sufrir ciertas lesiones. Por eso, es importante poner el foco en las medidas de prevención.
Entre las principales medidas preventivas destacan:
- Calentar y preparar el cuerpo siempre antes de hacer deporte.
- Evitar el enfriamiento y dejar de practicar ejercicio en seco.
- Estirar tras la práctica deportiva.
- Asegurar una correcta hidratación.
- Seguir una alimentación equilibrada y adecuada.
Diagnóstico y tratamiento de las lesiones deportivas
Una vez lesionado, el deportista debe dejar de ejercitarse. Para un buen diagnóstico de la dolencia es importante conocer cómo y dónde se ha producido la lesión y el tipo de actividad deportiva que se estaba realizando. El médico también debe conocer posibles cambios en la intensidad de la práctica deportiva, lesiones anteriores, etc.
Si fuera necesario realizar pruebas diagnósticas, estas son las más importantes:
- Radiografía
- Tomografía computarizada
- Resonancia magnética
- Ecografía
- Densitometría ósea
En cuanto al tratamiento, en un primer lugar, se puede aliviar el dolor con reposo y hielo y reducir así también la inflamación. Entre los tratamientos comunes están la fisioterapia, la rehabilitación, la prescripción de analgésicos o la inmovilización de la zona del cuerpo. En última instancia, hay ciertas lesiones deportivas graves que deben operarse.
Tras el tratamiento adecuado, la mayoría de personas vuelve a su vida habitual y no hay consecuencias importantes para la salud.
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