Las lesiones más habituales del corredor

Existen muchas y muy variadas lesiones que tienen que ver el hecho de que correr implica someter a nuestro cuerpo a una gran carga y estrés mecánico. A continuación, describimos brevemente las lesiones más frecuentes que pueden sufrir las personas que hacen running.

Periostitis tibial:

Consiste en dolores a nivel interno de la tibia, ocasionados por la inflamación del periostio del hueso, debido al trabajo excéntrico de los dorsiflexores del tobillo, provocado por el apoyo del calzado, por una mala técnica o por entrenar en superficies duras.

Condropatía rotuliana:

Conocido como síndrome femoropatelar o rodilla del corredor. Consiste en la degeneración del cartílago articular, generalmente provocado por el efecto continuado de la fricción de la rótula sobre el fémur al impactar. También puede ser debido a una rótula alta, una alteración biomecánica congénita, unos isquiotibiales cortos o por la debilidad del vasto interno del cuadríceps.

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Síndrome de la cintilla iliotibial:

Suele darse en corredores de largas distancias y consiste en la inflamación de la cintilla con el roce del condilo externo del fémur. En flexión de 30 grados, este roce es máximo. Factores como el genus varo, el calzado erróneo, correr en superficies inclinadas, el calcáneo en aducción o no estirar la zona abductora al finalizar el entrenamiento serían las causas más habituales.

Pubalgias:

Se refiere a dolencias a nivel del pubis. En los corredores está causado generalmente por la inflamación de los músculos aductores, en su inserción, con frecuencia el aductor medio.

Biomecánicamente, suele ser un desequilibrio entre aductores y masa abdominal que se produce a causa de unas fuerzas que desnivelan la región púbica. Se produce una reacción inflamatoria en la región de inserción.

Bursistis trocanterea:

Es la inflamación de la bursa por el excesivo roce de la misma. En corredores de largas distancias, maratonianos,… es frecuente la fricción del músculo tensor de la fascia lata al pasar sobre la bursa trocantérea durante los movimientos de flexo-extensión de la cadera.

Los síntomas más frecuentes son dolores musculares de tipo tardío, relacionados con microlesiones a nivel de fibras musculares y ocasionados por sobrecargas de las mismas. Aparecen entre 12 y 24 horas después del ejercicio físico.

Fascitis plantar:

Es la inflamación de la fascia, la envoltura que cubre los músculos de la bóveda plantar. Debido a la sobresolicitación que supone correr, los músculos, los ligamentos y los huesos pueden afectar a la fascia y hacer que se inflame.

Ésta puede cursar con dolor en la región post-interna del talón (calcáneo) con o sin espolón. Suele verse propiciada por un cambio de zapatillas, por la modificación de la pisada, por un cambio de terreno, por las cuestas o por el sobrepeso.

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Metatarsálgias y lesiones óseas de estrés:

Durante la carrera en fase de despegue obliga a una presión excesiva sobre la cabeza de los metatarsianos, sobre todo los dos primeros, y absorben toda la presión del impacto (las diafisis de la tercera, cuarta o quinta son más delgadas), por lo que son susceptibles de fracturas trabeculares.

Tendinitis aquíleas:

Aparecen sobre todo en corredores aficionados y poco experimentados. Factores como el sobresfuerzo, no calentar ni estirar bien la zona, entrenar en superficies duras o con pendientes pronunciadas. El tendón de aquiles se inserta en la región posterior del talón y participa activamente en la carrera y soporta fuerzas de hasta diez veces nuestro propio peso corporal. En caso de inflamación, cursa con dolor y rigidez en la zona. En fase crónica pueden aparecer adherencias entre el tendón y las estructuras vecinas.

Lumbalgias:

Es el dolor en la región inferior de la espalda central o fosas lumbares con o sin irradiación de carácter mecánico.

No existen evidencias científicas de que los corredores tengan un mayor riesgo de padecerlas. De hecho, hay estudios que incluso tienen menos posibilidades de sufrirla, aunque sí que existen otros hábitos ligados al estilo de vida del corredor (estilo de vida, trabajos, morfología, peso,…).

En corredores de fondo, que entrenan dos o tres veces por semana (no más de 35 kilómetros), la incidencia es menor que los que corren más de 50 kilómetros tres o cinco veces por semana.

Se ha estudiado que los corredores con lumbago realizaban menos estiramientos semanalmente que los que no tenían, sobre todo de cadera posterior, déficit muscular abdominal y el pie delantero de la zancada en varo.

Así pues, evidenciamos un desequilibrio en las extremidades inferiores y en la cintura pélvica que puede ser determinante (rodillas varas, poca flexibilidad lumbar y de la columna vertebral en general, la buena técnica de posicionar la columna y el tronco mientras se corre, talón valgo y antepie varo para compensar. No resulta sencillo estabilizar la columna sin una buena tonificación del tronco, mantener carreras prolongadas de fondo o medio fondo.

Xavi Serrano

Cap de l’equip de fisioteràpia

Centre Mèdic Atlàntida

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